Cómo hacer un viaje al pasado con ayuda de mi banco
Bueno, solemos llamarle “mi banco”, ahora es probable que sean más nuestros dado que los vamos a rescatar, pero mio muy poco. Hoy necesité hacer una transferencia internacional y el banco en el que tengo la cuenta me dió un golpe tecnológico de esos que te marcan (no diré qué banco es pero tiene 4 siglas y la primera de ellas coincide con el nombre de la ciudad más poblada del Pais Vasco).
Para empezar tienen un sistema de atención al cliente que te da una ficha y te vas a sentar, pero una empleada muy amable en el orden que se encuentra a quienes esperan los envía o los atiende ahí mismo. Así por ejemplo consiguen que pasen los que están antes que tú solo porque estaban de pie. ¿Para qué el sistema automatizado y las pantallas? Pero esto no es nada con lo que voy a contar.
En vez de pedirme los datos para la transferencia me han dado un formulario para que lo rellene por mi cuenta. Como es evidente me pidió más datos de lo normal, los que no llevé porque son los que los sistemas rellenan automáticamente, así que a buscar datos. Cuando los tuve, el empleado que me atendió hizo una fotocopia del formulario, como no me se el número de mi cuenta entonces entró a mirarlo e imprimió el número para que yo lo copiara en el formulario, fotocopió mi Documento de Identidad (el que se supone que tienen), como he copiado en mi letra números y letras de la cuenta entonces me ha pedido el documento original donde llevé los datos y lo fotocopió. Finalmente se sentó y llenó una carátula en una hoja, y puso todos los documentos para enviarlos por fax, (sí lo has leído bien, por fax, todavía hay alguien que lo usa), sólo espero que al otro lado no impriman todo eso.
Me ha dicho que el comprobante me lo pueden dar mañana, cuando hayan procesado todo. La cara con la que he salido es indescriptible.
Ya ves, sí es posible hacer viajes al pasado, hoy viajé 15 años por lo menos, la próxima vez me vestiré más apropiadamente.
Bueno Marlon:
ResponderEliminarNo se quien eres, sólo que tienes un blog en una revista digital de informática, que yo antes leía en papel y ahora no suelo ya leer.
Por eso supongo que crees que estás en la punta del futuro mas lejano, y te comento esto para sacarte de tu error.
Cuando has pasado ese calvario supongo que es porque habitualmente usarás la banca electrónica, ¿no?. Ese sistema tan cómodo que te obliga a pagar un ordenador en casa, a imaginar donde demonios escondió el informático de turno el botón que "la semana pasada estaba aquí" y a utilizar un tiempo precioso en trabajar como si fueses un empleado del banco; eso sí, corriendo tu los riesgos de equivocarte.
Claro está que de sólo usar ese sistema has perdido, tal vez, el contacto personal con los empleados de "tu banco". Ese es un "beneficio" añadido de la banca electrónica.
Pero, mira por donde, en la web de tu banco no hay un sistema para hacer una transferencia internacional. ¡Santo cielo! ¡Y ahora ¿qué?!
Verças Marlon: yo hago con frecuencia esas transferencias, en tu mismo banco. Y utilizo un procedimiento sencillo: envio un email a la persona con la que habitualmente trato, en el que le digo mi numero de cuenta, el IBAN de la cuenta de destino y el importe. Y finalizo dándole las gracias y rogándole que me confirme el envio. A las dos horas tengo un email de vuelta con la confirmación.
Pero de vez en cuando la llamo por teléfono, y una vez a la mes, o dos al trimestre la voy a visitar. Sencillo ¿no?
Y es que, aunque tu no lo creas, lo que describes no es un viaje al pasado, sino al futuro. Un futuro negro al que, en un parte importante, nos está abocando el mal uso de las nuevas tecnologías.
Hazme caso: visita tu banco con mas frecuencia. Te saldrá mucho mas rentable, a tí y a todos los demás.
Un saludo
Jeremias
Jeremías,
Eliminarestoy muy de acuerdo contigo en la parte de el coste que tiene y los riesgos que tiene cuando nosotros mismos operamos el sistema. PERO, el día a día no nos permite el "lujo" y en mi caso "enorme lujo" de cultivar una relación con el banquero. También te digo que me hustaría imaginar que el banco me ve como un cliente y me atiende, en vez de que yo le tenga que hacer la pelota. Vamos si ya le hago la pelota a los clientes, y ahora también a los proveedores, pues ni comprando un perro me voy a sentir en condiciones... y creeme, no es por ego.