No es culpa de la tecnología, no necesitamos más leyes para regular la tecnología

 

imagen interna del aeropuerto de Dulles

Los aeropuertos, al igual que muchos espacios públicos, han subido el nivel de ruido. En particular, abordando en el aeropuerto de Dulles, el ruido es absoluto siendo la tecnología de las telecomunicaciones uno de sus prncipales causantes. 

Un número cada vez mayor de personas atiende sus llamadas en voz alta, con el altavoz, y muchas de ellas son video llamadas. 

Si un extraterrestre hiciera una aparición expontánea en un pasillo del aeropuerto (por alguna extraña razón cósmica), llegaría a la conclusión de que los humanos van al aeropuerto a mantener largas conversaciones, algunas presenciales y otras por teléfono. 

El aeropuerto es un lugar cotidiano o hay demasiado personal

En mi camino a las diferentes reuniones en Washington pasé por varios parques y en ninguno de ellos había grupos de personas intercambiando historias a voces (casi a gritos), pero sí en el aeropuerto de Dulles. Se forman grupos de trabajaores, que da la impresión de que stán esperando algo, y comparten su tertulia feliz y singular. 

Había elegido una sala con pocas sillas ocupadas para adelantar trabajo, y así tres pasajeros más. Unos 20 minutos después nos vimos rodeados por trabajadores felices, que gritaban, saludaban a otros compañeros que se encontraban a unos 20 metros de distancia, risas... Nada mejor que ver personas alegres, aunque los que estábamos ahí recogimos y fuimos a bucar otro lugar. Éramos invisibles para estos trabajadores. 

¿Recoger los chicharrones hoy o mañana? Este era el dilema de una de las cocineras de un restaurante del aeropuerto al que fui a comer. Se la escuchaba en todas las mesas, en el pasillo, y probablemente desde fuera de aeropuerto. Como si fuera poco, una trabajadora que registraba los pedidos interactuaba con la cocinera y otros compañeros, sin importar que cada uno estaba en espacios diferentes... Se ha hecho tan cotidiano que todos los clientes son invisibles, no pasa nada con comentar que su hijo le acusaron de robar un refresco, como si estuviera en el salón de casa. 

¿No preocupa la privacidad?

Mi mujer tiene una verdadera obseción con la privacidad. A mi me gusta abrir las cortinas en los hoteles, ella las cierra. Lo digo como ejemplo porque las personas no prestan atención a lo que dicen frente a otras personas. 


Estas dos trabajadoras del aeropuerto están conversando al respecto de un asunto que cualquiera clasificaría como privado y confidencial de la empresa, pero lo hablan sin apuros, y con el volumen suficiente para hacerse escuchar en un campo abierto. 

Con las conversaciones con los teléfonos en altavoz o las video llamadas ocurre lo mismo, nos enteramos o podemos enterarnos de asuntos que deberían ser privados. Esto es también un problema de ciberseguridad.

Todo lo anterior sin tomar en cuenta la educación y respeto por las demás personas

¿Regulamos la tecnología?

Qué podría hacerse para que se respete el entorno, para que no se cuenten secretos, se mantenga la rpivacidad, y se permita a quien quiera estar en silecio que esté en silencio. 

¿Regulamos los teléfonos? ¿Regulamos la forma en que se construyen las cocinas? ¿Creamos leyes que indiquen cómo han de construirse los pasillos para que las personas no puedan pararse a conversar? ¿Regulamos que la tecnología no permita que haya espacios libres para los trabajadores y así asegurarse que estén trabajando siempre? ¿Deberíamos obligar por ley a que Netflix cree tecnología que no permita reproducir películas ni series en altavoz cuando está en un espacio público?

La respuesta es evidente. No deberíamos regular la tecnología, en dado caso, podemos regular de forma general que se procure el silencio, que la música, las conversaciones, y cualquier otro sonido emitido de un dispositivo se escuche por auriculares siempre que sea posible. Pero creerme, yo no veo culpa en la tecnología. 


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