La Justicia no necesita más recursos ni tecnología, necesita ciencia básica


En España nos quejamos constantemente de la justicia, porque tal como dijo Alberto Ruiz Gallardón, anterior ministro de justicia, “una justicia que tarda en resolver es por definición injusta”. Es injusta para ambas partes. Tanto un querellante como el querellado, ambos quieren “salir del proceso cuanto antes”; y aunque así no sea, los ciudadanos queremos que sea tan rápida y exacta como sea posible.

Esta mañana, Toni Cantó, diputado por el partido político Ciudadanos, mencionó una frase de muy buena intención, pero en mi opinión, solo eso, intención. No lo digo porque crea que él no tiene el objetivo de cambiar o mejorar, sino porque la métrica es incorrecta.

En España medimos algo mal. Es un asunto básico y con el que se crece aquí. Se mide la inversión y no el resultado que se obtiene. En los últimos años todos nos hemos quejado de las reducciones en la inversión en sanidad y en educación. En un principio parece que la frase tiene sentido, y podría tenerlo: “Han reducido la inversión en educación y eso es malo”.

La mejor tecnología a la que podemos aspirar está en cada uno, es nuestro propio cerebro. Pero ese cerebro necesita orden, procesos y procedimientos. Necesita enfocar las métricas correctas.



Primero. Es importante que se cambie el lenguaje, y no me refiero solamente al hecho de usar un lenguaje más cercano al Siglo XXI, sino al hecho de escribir menos. Cuando lees la documentación son párrafos y párrafos de “verborrea” inmanejable, quizá con alguna verdad oculta entre una coma y un punto, he imposible de analizar y mucho menos de retener. Los juicios están llenos de estas cantidades de prosa inútil, pero legal y permitida. En el reciente llamado caso Gürtel en el que el Partido Popular es uno más de los acusados, el abogado ha tenido que pedir que le digan de qué se le acusa, porque entre todo el texto no lo encuentra. Es ridículo, tanto el hecho de que no encuentre quien acusa y de qué, pero además que esté sentado ahí si tal cosa es cierta. Lo peor es que lo es, porque se acepta cualquier cosa.

Segundo. Usar esquemas básicos. No bromeo con lo que diré aquí, un curso de Microsoft Excel para magistrados creo que podría reducir el número de casos quizá incluso a la mitad, pero lo que estoy convencido es que bajaría los tiempos y los costes. Hay que tomar en cuenta que el solo hecho de que se cometa un error ya sea porque no se ha leído un texto, o se ha olvidado algo, le cuesta dinero al Estado y a los ciudadanos que han acudido en busca de justicia.

Toni Cantó dice que propone un 10% más de “recursos”, lamentablemente se equivoca. Aumentar un 10% las personas solo saturará un 10% más los edificios. Pagar un 10% más solo encarece la justicia. Comprar equipos solo complica los actos. Cambiar el software es solo un acto. Sin embargo su intención es buena, pero la métrica y la medida incorrecta. Lo mejor de todo es que la solución, desde mi “ignorante” punto de vista, no cuesta más dinero.


La Transformación Digital de la Justicia no necesita tecnología, sistemas de software o hardware. Necesita que hable con ciudadanos que viven en el Siglo XXI, y que no les trate como súbditos de la corte del Siglo XIV. Un poquito de ciencia a los de letras.

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